“ME SIENTO MAL Y NO SÉ DE QUE”
Los adolescentes, como el
conjunto de la población, viven una época caracterizada por la desilusión
frente a instituciones y valores que en otro tiempo podían dar una seguridad.
Las frustradas esperanzas de
progreso social y económico, la desilusión ante los aspectos negativos de la
ciencia y de la técnica, la incertidumbre frente al “todo vale” del
individualismo y de la competencia que predominan en la sociedad de hoy,
aumentan el grado de desasosiego y malestar que acompaña los cambios de la
etapa adolescente.
La “brecha” generacional entre los jóvenes y adultos se ha profundizado por el afianzamiento de las características de la subcultura juvenil por un lado, y por la nueva “brecha electrónica”, creada por la informática, la computación y la Internet.
Los nuevos medios de comunicación, producen una excitación y encantamiento pasajeros, acordes con la naturaleza acelerada y apasionada de la edad adolescente.
“ME SIENTO SOLO, NO TENGO A NADIE”
La situación de los jóvenes en estos días, está caracterizada por la disolución de los lazos sociales que en otros tiempos los contenían.
La familia es hoy mucho más inestable, los matrimonios duran menos, los padres
“contienen” menos a sus hijos, están menos alerta a situaciones de riesgo que
sus hijos viven fuera del hogar, o se sienten impotentes frente a los cambios
culturales que se han ido acumulando.
El trabajo, que podría tener un valor de promoción y autorrealización, se convierte en muy problemático para los jóvenes. Son ellos los que están más expuestos al deséemelo, al empleo precario y a muchas otras condiciones desfavorables.
La educación que podría justificarse a los ojos de los jóvenes como “una
inversión para el futuro”, está hoy bastante alejada de los intereses e
inquietudes de los adolescentes.
Comparten con el resto de la sociedad, la
desvalorización del rol docente y los jóvenes encuentran dificultades para ser
comprendidos por sus educadores.
También el ámbito de la política,
aparece lejano: con el resto de la sociedad, los jóvenes están desencantados de
los políticos y de la política. Todo esto hace disminuir el empuje de su
compromiso social. No encuentran en los partidos un ámbito que los necesite y
los represente
"QUIERO QUE LOS ADULTOS SEAN COMO AMIGOS, EN QUIENES
PUEDA CONFIAR”
Los jóvenes se preguntan: ¿por qué las relaciones entre adultos y adolescentes son tan difíciles?
Los jóvenes se preguntan: ¿por qué las relaciones entre adultos y adolescentes son tan difíciles?
La mayoría de los jóvenes sienten que pueden contar
con algún tipo de apoyo afectivo y social por parte de sus padres.
En primer lugar es percibida la madre, como la que
más se preocupa, apoya y alienta a los hijos. También son consideradas
confiables en cuanto a la posibilidad de contarle secretos.
El rol paterno se percibe más desdibujado. Esta
mayor lejanía del vínculo con le padre es percibida incluso por las chicas, que
se sienten más apoyadas, en general, por ambos padres.
Esta situación, supone la necesidad de estimular la comunicación paterno- filial y la importancia de la colaboración de los padres con la escuela. Al mismo tiempo, esto señala la mayor situación de riesgo para los varones, que con mayor frecuencia carecen del apoyo de los padres. La búsqueda de este apoyo en los amigos, que favorece la sana separación de los padres que debe lograrse en esta edad, no siempre garantiza localidad de un apoyo, que solamente podría provenir de una persona adulta y especialmente si es el padre o la madre.
En cuanto a los docentes, se percibe una variedad de situaciones, en algunos
casos son vistos como fuente de apoyo, consejo y estímulo, mientras que en
otros se los considera con una menor posibilidad de apoyo y ayuda. Sin embargo,
dado el carácter de la escuela como transmisora de conocimientos, se sigue
reconociendo la validez de algún tipo de ayuda informativa que pueda venir de
la escuela y de los maestros.
“CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR”
Los adolescentes tienen como metas elegir un
trabajo, un amor, un estilo de vida.
Necesitan lograr una independencia sana y para ello deben separarse de sus
iniciales objetos de amor infantil. Con cierta claridad perciben que su
personalidad se construye desde adentro, en una tarea propia irrenunciable y
desde afuera. El grado de apoyo que encuentren en ese afuera, en primer lugar,
los padres, luego los amigos, los docentes, la sociedad, va a ser un indicador
válido del logro de este proceso de identificación y autonomía, tan prolongado
y complicado en la sociedad post-moderna.
De esta manera, los adultos se encuentran frente a los jóvenes en una situación muy difícil y también apasionante. No se trata de que el adolescente siga los mismos pasos que los adultos de su entorno sino que pueda vivenciar que hay caminos que él puede recorrer y que hay elecciones que tendrá que tomar. Por eso es importante desprenderse de los propios planteos y abrirse a un diálogo sincero y si es posible cordial, con el hijo. Es también lo que él necesita y espera.
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