"Mamá" es la
primera palabra que articulamos en nuestra niñez, casi sin ser conscientes que
es a esa persona a la que siempre recurriremos en busca de consuelo, de un
abrazo, de una palabra de aliento…
Alguna vez leí que madre hay una sola, y que no siempre es
necesariamente aquella que nos dio la vida…
Porque ser mamá es mucho más:
Es una mano fuerte que sostiene ante el primer paso dado temblando ante
la vida; es un uniforme radiante para ir impecables a la escuela; es una
sonrisa de orgullo ante un diploma recibido; es un pañuelo que seca
las lágrimas ante algún fracaso; es la complicidad personificada ante esa
figura dura que representa nuestro papá; es la compañía en los
momentos difíciles; es el consejo ante un problema que nos aprieta el
corazón; es la mejor abogada defensora de nuestras ilusiones y es también el
adiós más doloroso de nuestra vida cuando Dios la llama al cielo…
Decir mamá es resumirlo
en un nombre que guardaremos para siempre con nosotros, en la ternura, en las
historias de cocina y nuestro plato preferido, en nuestra amiga más fiel y
comprensiva…
Decir mamá es dejar que nuestra mente vuele hacia recuerdos añorados, es la tibieza, la sinceridad y la bondad resumidas en esas manos curtidas del trabajo de la casa… Decir mamá es el sinónimo perfecto de la palabra amor…
Decir mamá es dejar que nuestra mente vuele hacia recuerdos añorados, es la tibieza, la sinceridad y la bondad resumidas en esas manos curtidas del trabajo de la casa… Decir mamá es el sinónimo perfecto de la palabra amor…
No hay comentarios:
Publicar un comentario