Quinto
Principio
La
conciencia moral es lo que los hace libres
Los
padres no están educando integralmente a su hijo si sólo se ocupan de su
aspecto cognitivo, emocional, afectivo, sexual… La conciencia moral es la que
dirige hacia el bien todas aquellas áreas. Porque con su luz ilumina a la
inteligencia y le da a conocer qué es el bien en determinado lugar y momento.
Si se quiere educar en la libertad, hacer del hijo un hombre recto, hay que
formar su conciencia desde que tiene uso de razón.
Sexto
Principio
Los
padres somos los primeros educadores
El
mayor beneficiado por la unidad entre el colegio y la familia es el hijo. Esto
no significa que, en casos puntuales, los padres no deban hacer valer sus
derechos como padres o defender al hijo en determinadas circunstancias.
Séptimo
Principio
Educa para el mundo real. Estas son las actitudes que encierran al
hijo en una burbuja y lo dejan frágil y desprotegido para vivir en el mundo que
le ha tocado:
Padres
que viven lamentándose del mundo de hoy, todo está podrido, el futuro es negro,
y añorando tiempos pasados.
Padres
que para que el ambiente exterior no contamine a los hijos, los sobreprotegen.
¿Cómo
preparar al hijo para ser parte activa de este mundo y, así, mejorarlo?
-Con
una sólida formación intelectual que le permita pensar por sí mismo y tener
criterio propio para ir contra corriente. A los hijos se les enseña a pensar,
discutir y defender ideas con temas interesantes en la mesa familiar, con
panoramas atractivos, con buenas lecturas…
-Con
un concepto verdadero de tolerancia. Escudados en un falso concepto de
tolerancia, hoy se aceptan como legítimas todas las posturas: no hay una verdad
objetiva, sino muchas verdades singulares. Hay que enseñar a querer y respetar
a las personas, pero sin tranzar con el error. A buscar lo que une y no lo que
desune, pero teniendo claro que el mal no puede ser tolerado por una
malentendida tolerancia&.
Octavo
Principio
El
amor es inteligente cuando conoce y pone límites
Sólo
para aquellas personas que no nos importan mayormente, exigimos felicidad a
cualquier precio. Con nuestros amigos, con las personas que amamos, con
nuestros niños, somos exigentes y preferimos verlos sufrir mucho antes que
verlos felices de un modo despreciable y enajenado”, C.S. Lewis.
1.
Los padres que quieren a sus hijos con amor inteligente establecen ciertas
normas. En Hacer Familia elaboramos un código familiar de permisos.
1.
Todo permiso lleva asociada una carga educativa, pues emite señales que los
hijos captan.
2.
Los permisos son opinables, pero no son neutros.
3.
Existe un conjunto de reglas establecidas, por acuerdo de padre y madre, que se
han explicado a los hijos, antes de que éstos eleven pliegos de peticiones.
4.
Hay reglas que permiten concesiones porque dicen relación a principios
secundarios o menos importantes.
5.
El permiso solicitado debe suponer un beneficio para el hijo que lo pide o al
menos que no sea dañino. El permiso no debe perjudicar el bien común.
6.
Cada hijo es diferente. Al conceder un permiso se debe evaluar la relación
entre libertad y responsabilidad. Los permisos deben ser concedidos en forma
gradual.
7.
Los padres tienen derecho a unos minutos tranquilos para decidir un permiso.
8.
La concesión de permisos no puede convertirse en una batalla campal.
9.
Los padres deben ser coherentes y consecuentes.
10.
Conceder un permiso es ejercitar la autoridad dada por Dios a los padres para
educar a los hijos.
El
cariño de un hijo hacia sus padres no depende de la cantidad de noes o de síes
que le hayan dado, sino del buen criterio con que se dieron”. -Diego Ibáñez L.,
en Sentido Común y Educación en la Familia.
Noveno
Principio
Confía
siempre en ellos y en su capacidad de reacción
Cuando
el hijo está en su adolescencia, cuando parece que todo lo que se ha sembrado
no sólo no da fruto, sino parece que agoniza, ¡calma!
En lugar de catalogarlo como un flojo perdido, un irresponsable
rematado, un egoísta sin vuelta… demuéstrale que el cariño de sus padres es a
prueba de adolescentes. Un hijo al que se le ponen etiquetas negativas llega a
pensar que no tiene futuro; el que siente que ya no se confía en él, pierde
toda la seguridad en sí mismo.
Exige
en pocas cosas, pero en las importantes. No des peleas inútiles y haz de tu
hogar un lugar seguro con el que cuente en medio del temporal. Paciencia,
paciencia, paciencia. Busca y reconoce en él las cualidades que tiene. ¡Todos
tienen! Incentívalas. Confía. No pierdas la esperanza. Ya verás: pronto saldrá
a la luz el hombre y la mujer que hay en su interior. Habrá madurado.
Se
tiene fe en un hijo cuando se cree lo que todavía no se ha visto, se sabe
esperar hasta que se vea, con paciencia y sin desánimos, aunque los resultados
tarden.
Décimo
Principio
Pon
metas altas a tus hijos
El
ser humano vale por lo que es, no por lo que tiene. Lamentablemente hoy se
aspira más a tener que a ser.
Hay
que enseñar a los hijos que el fin de esta vida no es pasar por ella “lo mejor
posible”. Los grandes valores e ideales se respiran en el hogar, se inculcan
dando ejemplo. Esto supone autoexigencia. ¿Cuáles son los temas dominantes de
la familia? ¿Sólo se habla de plata, de cosas y panoramas? ¿Hay una
preocupación real por los más necesitados? ¿Se eligen las carreras por su
rentabilidad o prestigio o por la contribución personal que desde ahí se puede
hacer al mundo?
En
tus hijos debe quedar grabada una idea clave: que hay mucho que hacer y se
puede hacer mucho. Para que tu hijo pueda mirar alto y ser capaz de decir con
convicción: “Yo puedo hacer algo. Mi contribución ¡vale!
Semana
del 16 al 22
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