martes, 6 de noviembre de 2012

El niño que Trajo Luz al mundo de la oscuridad

Un día, un niño de 3 años estaba en la oficina del padre, viéndolo hacer monturas y sillas. Cuando creciese, quería ser igual a su padre.
Intentando imitarlo, tomó un instrumento puntiagudo y comenzó a golpear en una
tira de cuero.
El instrumento escapó de la pequeña mano, golpeando en su ojo izquierdo.
Pronto una infección alcanzó el ojo derecho y el niño quedó totalmente ciego.
Con el pasar del tiempo, aunque se esforzase para recordar, las imágenes fueron gradualmente desapareciendo y él no se acordaba más de los colores.
Aprendió a ayudar a su padre en el taller, trayendo herramientas y piezas de cuero. En Ia escuela todos se admiraban de su memoria. La verdad, él no estaba feliz con sus estudios. Quería leer libros. Escribir cartas,
como sus compañeros. 
Un día, oyó hablar de una escuela para ciegos. A los diez años, Louis llegó a París, llevado por su padre y se matriculó en el instituto nacional para niños ciegos.
Allí había libros con letras grandes en relieve. Los estudiantes sentían, por el tacto, las formas de las letras y aprendían las palabras y frases.
Luego el joven Louis descubrió que era un método limitado. Las letras eran muy grandes. Una historia corta llenaba muchas páginas.
El proceso de lectura era muy lento. La impresión de tales volúmenes era muy cara. En poco tiempo el niño había leído todo lo que había en la biblioteca.
Quería más. Como adoraba la música, tornose estudiante de piano y violoncelo.
El amor por la música alimentó su deseo por la lectura. Quería leer también notas musicales.
Pasaba noches levantado, pensando en cómo resolver el problema.
Oyó hablar de un capitán del ejército que había desarrollado un método para leer mensajes en la oscuridad.
La escritura nocturna consistía en conjuntos de puntos y trazos en relieve en papel.
Los soldados podían, corriendo los dedos sobre los códigos leer sin precisar de luz.
Si los soldados podían, los ciegos también podían, pensó El joven.
Buscó al capitán Barbier que le mostró cómo funcionaba el método. Hizo una serie de agujeros en una hoja de papel, con un punzón semejante al que cegara al pequeño.
Noche tras noche y día tras día, Louis trabajó en el sistema de Barbier, haciendo adaptaciones y perfeccionándolo. Soportó mucha resistencia.
Los dueños del instituto habían gastado una fortuna en la impresión de los libros con las letras en relieve. No querían que todo quedase en la nada.
Con persistencia, Louis Braille fue mostrando su método. Los chicos del instituto se interesaban. Por las noches, a escondidas, iban a su cuarto, para aprender.
Finalmente, a los 20 años de edad, Louis llegó a un alfabeto legible con combinaciones variadas de uno a seis puntos.
El método Braille estaba listo. El sistema permitía también leer y escribir música.
La idea acabó por encontrar aceptación. Semanas antes de morir, en el lecho del hospital, Louis dijo a un amigo:
"Tengo certeza de que mi misión en la Tierra terminó."
Dos días después de cumplir 43 años, Louis Braille falleció.
En años siguientes a su muerte, el método se propagó por varios países.
Finalmente, fue aceptado como el método oficial de lectura y escritura para aquellos que no vean.
Así, los libros pudieron hacer parte de la vida de los ciegos. Todo gracias a un niño sumergido en la oscuridad, que dedicó su vida a hacer luz para enriquecer su vida y la vida de todos los que se encuentran privados de la visión física.
Hay quien usa sus limitaciones como disculpa para no actuar ni producir.
La sabiduría está, justamente, en superar las peores condiciones y realizar lo mejor para si y para los otros.


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