Cuando iba a ser mamá por primera
vez, me dieron un montón de consejos. Pero, hasta hace unos pocos años, no hubo
nadie que me comentara que querer a un niño significa querer lo mejor para él a
largo plazo.
Cuando mis cuatro hijas eran
pequeñas, el largo plazo no entraba en mis planes. Lo único que importaba era
sobrevivir, cubrir las necesidades diarias y evitar que nos llegara el agua al
cuello.
Sin embargo, ahora que mis hijas
están madurando, parece que la niebla va despejándose. Ya no soy una
advenediza, sino una adoctrinada más del club. Lo bueno que tiene esta fase es
que mis hijas ahora quieren pasar más tiempo conmigo. Tenemos conversaciones
reales que revelan una personalidad poderosa. Lo de que duerman toda la noche
del tirón también ayuda. Puedo pensar las cosas con coherencia y tomar mejores
decisiones sobre su educación.
Los diez errores más comunes que
cometen los padres en la actualidad:
1. Adorar a nuestros hijos. Muchos de nosotros vivimos en comunidades que se desviven por los hijos. Los estamos criando en hogares completamente centrados en ellos. A nuestros hijos les encanta, claro está, porque nuestras vidas giran en torno a ellos. A la mayoría de nosotros tampoco nos importa, porque su felicidad es la nuestra. Nos entusiasma hacer cualquier cosa por ellos, comprarles cosas, cubrirles de amor y de atenciones.
1. Adorar a nuestros hijos. Muchos de nosotros vivimos en comunidades que se desviven por los hijos. Los estamos criando en hogares completamente centrados en ellos. A nuestros hijos les encanta, claro está, porque nuestras vidas giran en torno a ellos. A la mayoría de nosotros tampoco nos importa, porque su felicidad es la nuestra. Nos entusiasma hacer cualquier cosa por ellos, comprarles cosas, cubrirles de amor y de atenciones.
No obstante, creo que es importante
tener en cuenta que nuestros hijos han sido creados para ser amados, no
idolatrados. Por tanto, cuando les tratamos como si fueran el centro del
universo, creamos un falso ídolo. En vez de un hogar centrado en los niños,
deberíamos intentar centrarnos más en el amor. Así, nuestros hijos se sentirán
queridos, pero entenderán que en el amor, el altruismo va por encima del
egoísmo.
2. Creer que nuestros hijos son perfectos. Una cosa que suelo oír de los profesionales que trabajan con niños (orientadores o maestros) es que los padres de hoy en día no quieren oír nada negativo sobre sus hijos. Cuando se menciona la palabra preocupación, o problema, la reacción suele ser atacar al mensajero.
La verdad a veces duele, pero cuando escuchamos con la mente y el corazón abiertos, nos mostramos dispuestos a mejorar. Así, podremos intervenir antes de que la situación se nos vaya de las manos. Es más fácil tratar a un niño problemático que reparar a un adulto destrozado.
3. Vivir a través de nuestros hijos. Los padres nos sentimos muy orgullosos de nuestros hijos. Cuando consiguen algo, nos hace más felices que si lo hubiéramos conseguido nosotros mismos.
Lo cierto es que si nos implicamos demasiado en
sus vidas, nos resultará más complicado ver dónde acaban ellos y dónde
empezamos nosotros. Cuando nuestros hijos se convierten en una extensión de
nosotros, puede que los veamos como nuestra segunda oportunidad. Pero, no se
trata de ellos, sino de nosotros. Llega un momento en el que su felicidad
empieza a confundirse con la nuestra.
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