viernes, 27 de diciembre de 2013

10 consejos para una alimentación infantil sana (primera parte)

  1. Comer es divertido… ¡Disfruta la comida!
  2. El desayuno es una de la comidas más importantes
  3. Procura comer alimentos muy variados durante el día. La receta para mantenerse sano es la variedad
  4. ¿Qué alimento va ganando? Haz de los carbohidratos la base de tu alimentación
  5. ¡Choca esos cinco! Come fruta y verdura en cada comida, ¡y también entre horas!
  6. Detalles sobre las grasas. El exceso de grasas saturadas no es bueno para la salud
  7. ¡La merienda está servida! Come a la hora indicada y cambia con frecuencia lo que picas entre horas.
  8. Sacia la sed. Bebe cuanto puedas
  9. ¡Cuida tus dientes! Cepíllate los dientes al menos dos veces al día
  10. ¡Muévete! Haz ejercicio a diario.
¿Recuerdas cómo aprendiste a montar en bicicleta? Lo más importante era guardar el equilibro. Una vez logrado esto, podías pedalear cómodamente, para que las ruedas girasen y la bici avanzara.
Eso es precisamente lo que pasa cuando eliges la comida adecuada. Cuando por fin consigues armonizar la cantidad y el tipo de alimentos que consumes, todos los órganos de tu cuerpo realizan su misión y el organismo funciona de forma eficaz.
Seguir al pie de la letra los 10 trucos que te proponemos, te ayudará a estar siempre sano y en forma. Es tan fácil como montar en bicicleta … una vez que consigues mantener el equilibrio.

1. Comer es divertido… ¡Disfruta la comida!

Una forma estupenda de disfrutar de las comidas es hacerlo en compañía de la familia y los amigos, en casa o en el colegio. Resulta interesante observar qué escogen los demás, o con qué rellenan sus bocadillos. ¿Has probado alguna vez a cambiar el tuyo a diario? Échale un vistazo a lo que llevas en la bolsa de lunch o a lo que tienes en tu plato de comida ¿Cuántos tipos de frutas y verduras distintos ves?

2. El desayuno es una de las comidas más importantes

Nuestro cuerpo necesita energía a cada instante y, después de pasar toda una noche durmiendo, su nivel de energía es muy bajo. Los coches, los autobuses y los trenes no pueden funcionar sin combustible. Del mismo modo, necesitas un buen desayuno, ya sea para ir al colegio o para dar una vuelta durante el fin de semana.

3. Procura comer alimentos muy variados durante el día. La receta para mantenerse sano es la variedad

Para gozar de buena salud, tienes que ingerir a diario más de 40 vitaminas y minerales distintos. Como no existe un alimento que los contenga todos, es muy importante que selecciones cada día una variedad de alimentos que sea equilibrada. En realidad, no existe comida buena ni mala, así que no tienes por qué renunciar a la que te gusta. La mejor forma de llevar una dieta equilibrada, consiste en comer todos los días distintos tipos de alimentos.

4. ¿Qué alimento va ganando? Haz de los carbohidratos la base de tu alimentación

La mayoría de las personas no consumen suficiente comida rica en carbohidratos, como cereales, arroz, pasta, patatas y pan. Al menos la mitad de la calorías de tu dieta debería provenir de estos alimentos, así que no está de más que incluyas como mínimo uno de ellos en cada comida. Prueba el pan integral, la pasta y otros cereales, que te aportarán mucha fibra.

 

viernes, 20 de diciembre de 2013

10 consejos para educar (segunda parte)


 Quinto Principio
La conciencia moral es lo que los hace libres
Los padres no están educando integralmente a su hijo si sólo se ocupan de su aspecto cognitivo, emocional, afectivo, sexual… La conciencia moral es la que dirige hacia el bien todas aquellas áreas. Porque con su luz ilumina a la inteligencia y le da a conocer qué es el bien en determinado lugar y momento. Si se quiere educar en la libertad, hacer del hijo un hombre recto, hay que formar su conciencia desde que tiene uso de razón.
Sexto Principio
Los padres somos los primeros educadores
El mayor beneficiado por la unidad entre el colegio y la familia es el hijo. Esto no significa que, en casos puntuales, los padres no deban hacer valer sus derechos como padres o defender al hijo en determinadas circunstancias.
Séptimo Principio
Educa para el mundo real. Estas son las actitudes que encierran al hijo en una burbuja y lo dejan frágil y desprotegido para vivir en el mundo que le ha tocado:
Padres que viven lamentándose del mundo de hoy, todo está podrido, el futuro es negro, y añorando tiempos pasados.
Padres que para que el ambiente exterior no contamine a los hijos, los sobreprotegen.
¿Cómo preparar al hijo para ser parte activa de este mundo y, así, mejorarlo?
-Con una sólida formación intelectual que le permita pensar por sí mismo y tener criterio propio para ir contra corriente. A los hijos se les enseña a pensar, discutir y defender ideas con temas interesantes en la mesa familiar, con panoramas atractivos, con buenas lecturas…
-Con un concepto verdadero de tolerancia. Escudados en un falso concepto de tolerancia, hoy se aceptan como legítimas todas las posturas: no hay una verdad objetiva, sino muchas verdades singulares. Hay que enseñar a querer y respetar a las personas, pero sin tranzar con el error. A buscar lo que une y no lo que desune, pero teniendo claro que el mal no puede ser tolerado por una malentendida tolerancia&.
 Octavo Principio
El amor es inteligente cuando conoce y pone límites
Sólo para aquellas personas que no nos importan mayormente, exigimos felicidad a cualquier precio. Con nuestros amigos, con las personas que amamos, con nuestros niños, somos exigentes y preferimos verlos sufrir mucho antes que verlos felices de un modo despreciable y enajenado”, C.S. Lewis.
1. Los padres que quieren a sus hijos con amor inteligente establecen ciertas normas. En Hacer Familia elaboramos un código familiar de permisos.
1. Todo permiso lleva asociada una carga educativa, pues emite señales que los hijos captan.
2. Los permisos son opinables, pero no son neutros.
3. Existe un conjunto de reglas establecidas, por acuerdo de padre y madre, que se han explicado a los hijos, antes de que éstos eleven pliegos de peticiones.
4. Hay reglas que permiten concesiones porque dicen relación a principios secundarios o menos importantes.
5. El permiso solicitado debe suponer un beneficio para el hijo que lo pide o al menos que no sea dañino. El permiso no debe perjudicar el bien común.
6. Cada hijo es diferente. Al conceder un permiso se debe evaluar la relación entre libertad y responsabilidad. Los permisos deben ser concedidos en forma gradual.
7. Los padres tienen derecho a unos minutos tranquilos para decidir un permiso.
8. La concesión de permisos no puede convertirse en una batalla campal.
9. Los padres deben ser coherentes y consecuentes.
10. Conceder un permiso es ejercitar la autoridad dada por Dios a los padres para educar a los hijos.
El cariño de un hijo hacia sus padres no depende de la cantidad de noes o de síes que le hayan dado, sino del buen criterio con que se dieron”. -Diego Ibáñez L., en Sentido Común y Educación en la Familia.
Noveno Principio
Confía siempre en ellos y en su capacidad de reacción
Cuando el hijo está en su adolescencia, cuando parece que todo lo que se ha sembrado no sólo no da fruto, sino parece que agoniza, ¡calma!
En lugar de catalogarlo como un flojo perdido, un irresponsable rematado, un egoísta sin vuelta… demuéstrale que el cariño de sus padres es a prueba de adolescentes. Un hijo al que se le ponen etiquetas negativas llega a pensar que no tiene futuro; el que siente que ya no se confía en él, pierde toda la seguridad en sí mismo.
Exige en pocas cosas, pero en las importantes. No des peleas inútiles y haz de tu hogar un lugar seguro con el que cuente en medio del temporal. Paciencia, paciencia, paciencia. Busca y reconoce en él las cualidades que tiene. ¡Todos tienen! Incentívalas. Confía. No pierdas la esperanza. Ya verás: pronto saldrá a la luz el hombre y la mujer que hay en su interior. Habrá madurado.
Se tiene fe en un hijo cuando se cree lo que todavía no se ha visto, se sabe esperar hasta que se vea, con paciencia y sin desánimos, aunque los resultados tarden.
 Décimo Principio
Pon metas altas a tus hijos
El ser humano vale por lo que es, no por lo que tiene. Lamentablemente hoy se aspira más a tener que a ser.
Hay que enseñar a los hijos que el fin de esta vida no es pasar por ella “lo mejor posible”. Los grandes valores e ideales se respiran en el hogar, se inculcan dando ejemplo. Esto supone autoexigencia. ¿Cuáles son los temas dominantes de la familia? ¿Sólo se habla de plata, de cosas y panoramas? ¿Hay una preocupación real por los más necesitados? ¿Se eligen las carreras por su rentabilidad o prestigio o por la contribución personal que desde ahí se puede hacer al mundo?

En tus hijos debe quedar grabada una idea clave: que hay mucho que hacer y se puede hacer mucho. Para que tu hijo pueda mirar alto y ser capaz de decir con convicción: “Yo puedo hacer algo. Mi contribución ¡vale! 

jueves, 12 de diciembre de 2013

10 consejos para educar (segunda parte)


Quinto Principio

La conciencia moral es lo que los hace libres

Los padres no están educando integralmente a su hijo si sólo se ocupan de su aspecto cognitivo, emocional, afectivo, sexual… La conciencia moral es la que dirige hacia el bien todas aquellas áreas. Porque con su luz ilumina a la inteligencia y le da a conocer qué es el bien en determinado lugar y momento. Si se quiere educar en la libertad, hacer del hijo un hombre recto, hay que formar su conciencia desde que tiene uso de razón.

Sexto Principio

Los padres somos los primeros educadores

El mayor beneficiado por la unidad entre el colegio y la familia es el hijo. Esto no significa que, en casos puntuales, los padres no deban hacer valer sus derechos como padres o defender al hijo en determinadas circunstancias.

 

Séptimo Principio

Educa para el mundo real. Estas son las actitudes que encierran al hijo en una burbuja y lo dejan frágil y desprotegido para vivir en el mundo que le ha tocado:

Padres que viven lamentándose del mundo de hoy, todo está podrido, el futuro es negro, y añorando tiempos pasados.

Padres que para que el ambiente exterior no contamine a los hijos, los sobreprotegen.

¿Cómo preparar al hijo para ser parte activa de este mundo y, así, mejorarlo?

-Con una sólida formación intelectual que le permita pensar por sí mismo y tener criterio propio para ir contra corriente. A los hijos se les enseña a pensar, discutir y defender ideas con temas interesantes en la mesa familiar, con panoramas atractivos, con buenas lecturas…

-Con un concepto verdadero de tolerancia. Escudados en un falso concepto de tolerancia, hoy se aceptan como legítimas todas las posturas: no hay una verdad objetiva, sino muchas verdades singulares. Hay que enseñar a querer y respetar a las personas, pero sin tranzar con el error. A buscar lo que une y no lo que desune, pero teniendo claro que el mal no puede ser tolerado por una malentendida tolerancia&.

 

Octavo Principio

El amor es inteligente cuando conoce y pone límites

Sólo para aquellas personas que no nos importan mayormente, exigimos felicidad a cualquier precio. Con nuestros amigos, con las personas que amamos, con nuestros niños, somos exigentes y preferimos verlos sufrir mucho antes que verlos felices de un modo despreciable y enajenado”, C.S. Lewis.

1. Los padres que quieren a sus hijos con amor inteligente establecen ciertas normas. En Hacer Familia elaboramos un código familiar de permisos.

1. Todo permiso lleva asociada una carga educativa, pues emite señales que los hijos captan.

2. Los permisos son opinables, pero no son neutros.

3. Existe un conjunto de reglas establecidas, por acuerdo de padre y madre, que se han explicado a los hijos, antes de que éstos eleven pliegos de peticiones.

4. Hay reglas que permiten concesiones porque dicen relación a principios secundarios o menos importantes.

5. El permiso solicitado debe suponer un beneficio para el hijo que lo pide o al menos que no sea dañino. El permiso no debe perjudicar el bien común.

6. Cada hijo es diferente. Al conceder un permiso se debe evaluar la relación entre libertad y responsabilidad. Los permisos deben ser concedidos en forma gradual.

7. Los padres tienen derecho a unos minutos tranquilos para decidir un permiso.

8. La concesión de permisos no puede convertirse en una batalla campal.

9. Los padres deben ser coherentes y consecuentes.

10. Conceder un permiso es ejercitar la autoridad dada por Dios a los padres para educar a los hijos.

El cariño de un hijo hacia sus padres no depende de la cantidad de noes o de síes que le hayan dado, sino del buen criterio con que se dieron”. -Diego Ibáñez L., en Sentido Común y Educación en la Familia.

Noveno Principio

Confía siempre en ellos y en su capacidad de reacción

Cuando el hijo está en su adolescencia, cuando parece que todo lo que se ha sembrado no sólo no da fruto, sino parece que agoniza, ¡calma!

En lugar de catalogarlo como un flojo perdido, un irresponsable rematado, un egoísta sin vuelta… demuéstrale que el cariño de sus padres es a prueba de adolescentes. Un hijo al que se le ponen etiquetas negativas llega a pensar que no tiene futuro; el que siente que ya no se confía en él, pierde toda la seguridad en sí mismo.

Exige en pocas cosas, pero en las importantes. No des peleas inútiles y haz de tu hogar un lugar seguro con el que cuente en medio del temporal. Paciencia, paciencia, paciencia. Busca y reconoce en él las cualidades que tiene. ¡Todos tienen! Incentívalas. Confía. No pierdas la esperanza. Ya verás: pronto saldrá a la luz el hombre y la mujer que hay en su interior. Habrá madurado.

Se tiene fe en un hijo cuando se cree lo que todavía no se ha visto, se sabe esperar hasta que se vea, con paciencia y sin desánimos, aunque los resultados tarden.

 

Décimo Principio

Pon metas altas a tus hijos

El ser humano vale por lo que es, no por lo que tiene. Lamentablemente hoy se aspira más a tener que a ser.

Hay que enseñar a los hijos que el fin de esta vida no es pasar por ella “lo mejor posible”. Los grandes valores e ideales se respiran en el hogar, se inculcan dando ejemplo. Esto supone autoexigencia. ¿Cuáles son los temas dominantes de la familia? ¿Sólo se habla de plata, de cosas y panoramas? ¿Hay una preocupación real por los más necesitados? ¿Se eligen las carreras por su rentabilidad o prestigio o por la contribución personal que desde ahí se puede hacer al mundo?

En tus hijos debe quedar grabada una idea clave: que hay mucho que hacer y se puede hacer mucho. Para que tu hijo pueda mirar alto y ser capaz de decir con convicción: “Yo puedo hacer algo. Mi contribución ¡vale!

 

Semana del 16 al 22

 

martes, 10 de diciembre de 2013

10 consejos para educar (primera parte)

Enunciamos las grandes ideas que sirven de guía a los padres en la maravillosa tarea de educar a sus hijos. Pero vale hacer una advertencia: de nada servirá poner en práctica todos estos consejos si no hay una base de amor y comprensión. Estos 10 pilares necesitan un buen cimiento: un hogar donde haya alegría, respeto y comunicación. Padres que estén disponibles física y mentalmente para sus hijos; padres que al llegar a la casa dejen a un lado su cansancio y preocupaciones, que sepan mirar el interior de sus hijos, que sean capaces de sonreír y disfrutar de estar en familia.

Primer Principio
Si quieres cosechar, siembra a tiempo
Al nacer, nuestros hijos son como una pequeña semilla llena de futuras promesas. Podrán ser como un gran árbol frondoso, de sólidas raíces y sabrosos frutos. Pero también, pueden crecer torcidos, ser muy vulnerables a los azotes del viento y las pestes y en definitiva no dar nunca los frutos que de ellos se esperaban.
Con la exitosa fórmula de cariño y exigencia, los padres debemos educarlos en la gran riqueza de las virtudes humanas desde el primer instante de sus vidas. Esperar a la hora de la razón es llegar, definitivamente, tarde.
Palabras del experto: Hay que saber que el 80% de las ideas pueden asentarse antes de los diez años; que es preferible un año antes, que un día después, pues eso ya es tarde; y que antes de los diez años es más fácil hablar con los hijos y ser escuchados, porque después de los doce, el tema se pone más difícil”. Fernando Corominas, Pdte. del Instituto Europeo de Estudios de la Educación.
Para el bronce: Lo que no aprende Juanito, no lo sabrá nunca Juan. Refrán popular alemán.

Segundo Principio
Educa en vista al ser humano que quieres formar
Los padres pueden verse atrapados por la inmediatez del diario vivir, sin haber reflexionado en torno al ser humano que quieren formar.
Fórmula negativa: Hay familias en que se arma gran escándalo porque se rompió un jarrón, pero no cuando se desobedece o grita a la nana. Hay papás que tienen tiempo para abnegadamente llevar y traer de dentistas y fiestas, pero nunca se han dado el tiempo, o el valor, para conversar sobre la mala influencia de un ambiente. Hay padres que con esfuerzo y sacrificio mantienen una despensa abundante para que no falte nada (léase también mantener un máximo nivel de panoramas, ropa, auto, etc.) pero que no han pensado en cómo educar a ese hijo para el trabajo y en virtudes aparejadas a él como el esfuerzo, la sobriedad, la solidaridad, el servicio, la generosidad. Tienen, aunque suene duro, un pobre proyecto del hijo que se está educando: se pierden en mil detalles y descuidan lo grande.
Fórmula positiva: La forma de enfrentar temas como permisos, castigos, conversaciones, estudios… es muy distinta cuando se tiene claro el proyecto de ser humano que se quiere formar. Se premiará el esfuerzo de un hijo y no la nota; se castigará la falta de respeto con la hermana y no el haber llegado media hora tarde del colegio por un imprevisto.


Tercer Principio
El ejemplo y la unidad de criterio son claves
Educar es educarse. Exigir a los hijos es primero autoexigencia. El buen ejemplo es contagioso, arrastra.
La unidad de criterio entre el padre y la madre es lo que da seguridad a los hijos, En la práctica esto significa que los padres pueden tener distintas opiniones sobre cómo ayudar a un hijo o enfrentar un problema, pero una vez que se han puesto de acuerdo en ese "cómo", ambos actúan unidos. No hay un cónyuge cómplice de un hijo en oposición al otro; el hijo no puede manipular a uno de los padres con la debilidad del otro.
Idea clave: Los padres deben educar con intencionalidad educativa, que se concreta en darse el tiempo para conocer a cada hijo, para conversar marido y mujer a solas y sin prisa sobre cada uno de ellos. De este modo es posible fijarse objetivos a corto plazo, pequeños, concretos- y a largo plazo, que se refieren al bien ser de ese hijo. Sólo así los padres evitarán reducir la acción educativa a la crianza, la nutrición y la información, omitiendo la parte más importante: hacer de ese hijo un hombre pleno, maduro, responsable.
Dijeron:
Juan Pablo II: Mi padre fue una persona admirable… era tan severo consigo mismo, que no necesitaba serlo con su hijo. Bastaba su ejemplo para enseñar la disciplina y el sentido del deber.
Tomás Moro: Una vez vuelto a casa, hay que hablar con la mujer, hacer gracias a los hijos, cambiar impresiones con los criados. Todo ello forma parte de mi vida y hay que hacerlo, a no ser que quieras ser un extraño en tu propia casa. Hay que entregarse a quienes la naturaleza o uno mismo ha elegido como compañeros.

Cuarto Principio
Educa a los hijos individualmente, no en grupo
La ley pareja no corre en la educación de los hijos. Justicia es dar a cada uno lo que le corresponde: en el caso de los hijos hay que dar a cada cual diferentes tiempos, reglas, tratos, según sus necesidades, carácter, sexo, edad, ubicación dentro de la familia, etcétera.
Sólo así se buscará el bien de cada uno, ayudándole en su proceso personalísimo de mejora, de modo que luche por superar sus debilidades y reforzar sus características positivas.

Sea por comodidad, educar a todos como un todo, o por un errado concepto de justicia, trato igualitario, se caen en serias injusticias que en nada apuntan a ese ser mejor que todo padre desea y busca para sí y para cada uno de sus hijos.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Enamórate de un hombre así

Enamórate de un hombre,
Que sea bueno para algo,
y para algo bueno,
Que sea congruente,
De un hombre, que luche,
Por ser grande de espíritu,
Que su proyecto de vida, lo haga contigo,
Que acepte tu ayuda,
Que admire tus fortalezas, conozca tus ilusiones,
Que palme tus tristezas,
Que te de certidumbre emocional,
Enamórate, de un hombre,
Que vea en Ti la luz de su vida,
Un hombre, con quien la disfrutes,
No que se la resuelvas,
Un hombre de mano delicada, para acariciarte,
Y fuerte para defenderte,
Un hombre que conozca sus límites,
Y supere sus fronteras,
De caminar seguro y sonrisa franca,
Que sepa lo que quiere de la vida,
Que no cargue, bagajes emocionales del pasado,
Que sepa de prioridades y que en ellas …… estés Tu,
Que te quiera como eres,
Que te quiera como serás, con los años,
Uno que te admire hoy y te respete siempre,
Un hombre que no baje la mirada en la derrota,
Y no sea cínico en la grandeza,
Que llore su dolor contigo, sin escapar de el,
Que luche y se levante,
Supere los rigores del destino,
Enamórate de un gran hombre,
Y NUNCA lloraras.


martes, 3 de diciembre de 2013

Cosas Pendientes


Cuando estás viviendo una vida apretada, cada minuto cuenta. Sientes que deberías tachar algo de la lista de cosas pendientes, mirar una pantalla, o salir corriendo hacia el siguiente destino. Y no importa en cuántas partes dividas tu tiempo y atención, no importa cuántas tareas trates de hacer a la vez, nunca hay suficiente tiempo para ponerse al día.
Esa fue mi vida durante dos años frenéticos. Mis pensamientos y acciones estaban controlados por notificaciones electrónicas, melodías para el móvil y agendas repletas. Y aunque cada fibra de mi sargento interior quería llegar a tiempo a todas las actividades de mi programa, yo no.
Verás, hace seis años, fui bendecida con una niña relajada, sin preocupaciones, del tipo de quienes se paran a oler las rosas.
Cuando tenía que estar ya fuera de casa, ella estaba ahí, toda dulzura, tomándose su tiempo para elegir un bolso y una corona con purpurina.
Cuando tenía que estar en algún sitio desde hacía cinco minutos, ella insistía en intentar sentar y ponerle el cinturón de seguridad a su peluche.
Cuando necesitaba pasar rápidamente a comprar un bocadillo, se paraba a hablar con la señora mayor que se parecía a su abuela.
Cuando tenía 30 minutos para ir a correr, quería que parase la sillita para acariciar a cada perro con el que nos cruzábamos.
Cuando tenía la agenda completa desde las seis de la mañana, me pedía que le dejase romper y batir los huevos con todo cuidado.
Mi niña despreocupada fue un regalo para mi personalidad de tipo A, orientada al trabajo, pero yo no lo vi. Oh no, cuando tienes una vida apretada, tienes visión de túnel - solo ves el siguiente punto en tu agenda. Y todo lo que no se pueda tachar de la lista es una pérdida de tiempo.
Cada vez que mi hija me desviaba de mi horario, me decía a mí misma: "No tenemos tiempo para esto". Así que las dos palabras que más usaba con mi pequeña amante de la vida eran: "Date prisa".
Empezaba mis frases con esas dos palabras.
Date prisa, vamos a llegar tarde.
Y las terminaba igual.
Nos lo vamos a perder todo si no te das prisa.
Comenzaba el día así.
Date prisa y cómete el desayuno.
Date prisa y vístete.
Terminaba el día de la misma forma.
Date prisa y lávate los dientes.
Date prisa y métete en la cama.

Y aunque las palabras "date prisa" conseguían poco o nada para aumentar la velocidad de mi hija, las pronunciaba igualmente. Tal vez incluso más que las palabras "te quiero".
La verdad duele, pero la verdad cura... y me acerca a la madre que quiero ser.
Entonces, un día trascendental, las cosas cambiaron. Habíamos recogido a mi hija mayor del cole y estábamos saliendo del coche. Como no iba lo suficientemente deprisa para su gusto, mi hija mayor le dijo a su hermana: "Eres muy lenta". Y cuando se cruzó de brazos y dejó escapar un suspiro exasperado, me vi a mí misma - la visión fue desgarradora.
Yo era una matona que empujaba y presionaba y acosaba a una niña pequeña que sólo quería disfrutar de la vida.
Se me abrieron los ojos, vi con claridad el daño que mi existencia apresurada infligía a mis dos hijas.
Aunque me temblaba la voz, miré a los ojos de mi hija pequeña y le dije: "Siento mucho haberte metido prisa. Me encanta que te tomes tu tiempo, y me gustaría ser más como tú".
Mis dos hijas me miraban igualmente sorprendidas por mi dolorosa admisión, pero la cara de mi hija menor tenía un brillo inconfundible de validación y aceptación.
"Prometo ser más paciente a partir de ahora", dije mientras abrazaba a mi pequeña, que sonreía con la promesa de su madre.
Fue bastante fácil desterrar las palabras "date prisa" de mi vocabulario. Lo que no fue tan fácil era conseguir la paciencia necesaria para esperar a mi lenta hija. Para ayudarnos a las dos, empecé a darle un poco más de tiempo para prepararse si teníamos que ir a alguna parte. Y a veces, incluso así, todavía llegábamos tarde. En esos momentos me tranquilizaba pensar que solo llegaría tarde a los sitios unos pocos años, mientras ella fuese pequeña.
Cuando mi hija y yo íbamos a pasear o a la tienda, le dejaba marcar el ritmo. Y cuando se paraba para admirar algo, intentaba quitarme la agenda de la cabeza para simplemente observar lo que hacía. Vi expresiones en su cara que no había visto nunca antes. Estudié los hoyuelos de sus manos y la forma en que sus ojos se arrugan cuando sonríe. Vi cómo otras personas respondían cuando se paraba para hablar con ellos. Observé cómo descubría bichos interesantes y flores bonitas. Era una observadora, y aprendí rápidamente que los observadores del mundo son regalos raros y hermosos. Ahí fue cuando por fin me di cuenta de que era un regalo para mi alma frenética.
Mi promesa de frenar es de hace casi tres años, y al mismo tiempo empezó mi viaje para dejar de lado la distracción diaria y atrapar lo que de verdad importa en la vida. Vivir en un ritmo más lento todavía requiere un esfuerzo extra. Mi hija pequeña es el vivo recuerdo de por qué tengo que seguir intentándolo. De hecho, el otro día, me lo volvió a recordar.
Habíamos salido a dar un paseo en bicicleta durante las vacaciones. Después de comprarle un helado, se sentó en una mesa de picnic para admirar con deleite la torre de hielo que tenía en la mano.
De repente, una mirada de preocupación cruzó su rostro. "¿Tengo que darme prisa, mamá?"
Casi lloro. Tal vez las cicatrices de una vida acelerada no desaparecen por completo, pensé con tristeza.
Mientras mi hija me miraba esperando a saber si podía tomarse su tiempo, supe que tenía una opción. Podía sentarme allí y sufrir pensando en la cantidad de veces que le había metido prisa a mi hija en la vida... o podía celebrar el hecho de que hoy intento hacer algo distinto.
Elegí vivir el hoy.
“No tienes que darte prisa. Tómate tu tiempo", le dije tranquilamente. Su rostro se iluminó al instante y se le relajaron los hombros.
Y así estuvimos hablando de las cosas de las que hablan las niñas de seis años que tocan el ukelele. Incluso hubo momentos en que nos sentamos en silencio simplemente sonriendo la una a la otra y admirando las vistas y sonidos que nos rodeaban.
Pensé que mi hija se iba a comer toda la maldita cosa - pero cuando llegó al último pedazo, me pasó la cuchara con lo que quedaba de helado. "He guardado el último bocado para ti, mamá", me dijo con orgullo.
Mientras el manjar saciaba mi sed, me di cuenta de que había hecho el negocio de mi vida.
Le di a mi hija un poco de tiempo ... y, a cambio, ella me dio su último sorbo y me recordó que las cosas son más dulces y el amor llega con más facilidad cuando dejas de correr por la vida.
Ya se trate de ...
Tomarse un helado
Recoger flores
Ponerse el cinturón de seguridad
Batir huevos
Buscar conchas en la playa
Ver mariquitas y otros bichos
Pasear por la calle
No diré: "No tenemos tiempo para esto". Porque básicamente estaría diciendo: "No tenemos tiempo para vivir".
Hacer una pausa para deleitarse con los placeres simples de la vida es la única manera de vivir de verdad.

(Confía en mí, he aprendido de la mejor experta del mundo.)